Existe un amplio desconocimiento sobre qué es la salud mental y la discapacidad psicosocial
Producto de ese desconocimiento se han creado prejuicios y estereotipos a acerca de los problemas mentales, que hacen que las personas sientan miedo de relacionarse con quienes los tienen o incluso que sea motivo de temor pensar que se pueden tener. Eso es lo que se conoce como estigma y auto-estigma, respectivamente.
- Mito: No hay esperanza para las personas con problemas de salud mental. Una vez que un amigo o miembro de la familia desarrolla problemas de salud mental, nunca se recuperan.
Realidad: los estudios demuestran que las personas con problemas de salud mental mejoran y la mayoría se recupera por completo.
La recuperación se refiere al proceso mediante el cual las personas pueden vivir, trabajar, aprender y participar plenamente en sus comunidades. Hay más tratamientos, servicios y sistemas de apoyo a la comunidad que nunca antes, y funcionan. Depende de que se siga al pie de la letra el tratamiento. - Mito: La terapia y la autoayuda son una pérdida de tiempo. ¿Por qué molestarse cuando se puede tomar una pastilla?
Realidad: el tratamiento para los problemas de salud mental varía según la persona y puede incluir medicamentos, terapia o ambos. Muchas personas trabajan con un sistema de apoyo durante el proceso de curación y recuperación.
- Mito: No puedo hacer nada por una persona con un problema de salud mental.
Realidad: los amigos, los compañeros y seres queridos pueden hacer la gran diferencia.
Solo el 44% de los adultos con problemas de salud mental diagnosticables y menos del 20% de los niños y adolescentes reciben el tratamiento necesario. Los amigos y la familia pueden ser influencias importantes para ayudar a alguien a obtener el tratamiento y los servicios que necesitan:- Comuníquese con ellos y hacerles saber que están disponibles para ayudar.
- Ayudándoles a acceder a servicios de salud mental.
- Aprender y compartir información sobre la salud mental, especialmente si escucha algo que no es verdad.
- Tratándolos con respeto, como lo haría con cualquier otra persona.
- Negándose a definirlos por su diagnóstico o usar etiquetas como “loco”.
- Mito: Es imposible prevenir las enfermedades mentales.
Realidad: la prevención de trastornos mentales se enfoca en abordar los factores de riesgo conocidos, como la exposición a un trauma que puede afectar las posibilidades de que los niños, jóvenes y adultos jóvenes desarrollen problemas de salud mental. Promover el bienestar socioemocional de niños y jóvenes conduce a:
- Mayor productividad general.
- Mejores resultados educativos.
- Tasas de criminalidad más bajas.
- Economías más fuertes.
- Menores costos de salud.
- Calidad de vida mejorada.
- Mayor vida útil Mejora la vida familiar.
- Mayor empatía, por ende, mejores espacios para relacionarse.
- Mito: Las personas que sufren este tipo de enfermedad no pueden disfrutar de una vida plena.
Realidad: tener un problema de salud mental no es ningún inconveniente a la hora de tener una vida normal o disfrutar de cualquier aspecto. Se puede obtener un trabajo, formar una familia, etcétera, aunque en ocasiones las personas que padecen algún tipo de trastorno pueden llegar a tener problemas sociales por lo que hay que cuidar a las personas con síntomas psicóticos.
- Mito: las personas con trastornos mentales son automáticamente internadas en una unidad de salud mental y medicadas con fármacos que las vuelven como sonámbulas y dependientes.
Realidad: no todas las personas con trastornos mentales deben ser internadas en un centro médico ni tampoco deben tomar medicamentos, esto depende de la severidad de su enfermedad. Además, cuando se toman las dosis de medicamentos como recomienda el especialista no producen secuelas negativas. Algunos medicamentos tienen efectos secundarios como somnolencia al comienzo de su uso, similar a los que ocurre con medicamentos para otros tratamientos, por ejemplo, para tratar la gripa.
La discapacidad psicosocial, también denominada discapacidad mental, es una condición de vida temporal o permanente, que afecta de manera particular las funciones mentales y de interrelación de la persona y limita su capacidad para ejercer una o más actividades esenciales de la vida diaria. Esta discapacidad es reconocida por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
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