Si conocemos a alguien que diga mentiras constantemente, puede que estemos ante una persona mitómana.
Otros términos para describir este comportamiento de mentir de forma compulsiva son pseudología fantástica o mentira patológica.
¿Quién en su vida adulta no ha dicho alguna vez una mentirita? Las mentiras pueden surgir de forma espontánea como una manera de evitar un castigo o para justificar que llegamos tarde o por qué no llevamos a cabo una tarea que nos asignaron.
Por otro lado, si conocemos a alguien que diga mentiras constantemente, puede que estemos ante una persona mitómana.
Estas personas se caracterizan por crear e inventar situaciones imaginarias y fantásticas para conseguir la aprobación del medio, la admiración o para llamar la atención de los demás. Estas historias buscan cautivar a quienes los están escuchando y de esa forma lograr respeto o conquistar a alguien, pero en el fondo son personas inseguras con baja autoestima que no creen que su vida real sea atractiva.
Por consiguiente, mentir se convierte en una adicción, se vuelve parte de su manera de comunicarse con los demás y dicen verdades acompañadas de mentiras.
En la pareja, si uno de los dos es mentiroso, se romperá la confianza y muchas de estas relaciones se terminan, por eso es importante enfrentar al mitómano, exponerle el peligro que lleva para la relación el seguir mintiendo, pues pueden terminar en una separación, también se alejan los amigos y demás familiares.
La pareja cambia la dinámica, el esposo o esposa que miente está en constate alerta para controlar las palabras que dice y no cambiar la historia, es decir, viven ansiosos y preocupados, la comunicación se daña a tal punto que los verdaderos problemas estarán ahí sin resolver por mucho tiempo. Con el tiempo la persona no sabe cómo es en realidad, vive en su mundo imaginario.
Algunos mitómanos suelen ser narcisistas, pues les gusta llamar la atención inventando hazañas increíbles a nivel económico o personal.
Sus habilidades sociales son inadecuadas, el mitómano necesita aumentar su autoestima, si aprende a quererse a sí mismo como es, tendrá mejores relaciones interpersonales, especialmente, en los momentos de crítica y desaprobación, sin recurrir a mentiras sobre sí mismo.
Por otro lado, el educar a los hijos en las primeras etapas de la vida, enseñando al niño a distinguir entre la verdad y la mentira, y los efectos que una y otra acarrea, puede prevenir que sea un adulto con este problema, y darles amor y los cuidados necesarios para que su autoestima sea fuerte.
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