Por qué me cuesta dormir por la noche: causas y soluciones
Son muchas las personas que no son capaces de dormir las 8 horas recomendadas y se preguntan: ‘¿por qué me cuesta dormir por la noche?’.
La factura de no descansar bien supone que ni la mente ni el cuerpo se reparan como es debido, manifestándose en la vida diaria en forma de un menor rendimiento, además de presentarse emociones negativas como depresión e irritabilidad.
Afortunadamente, los problemas del sueño, sea cual sea su causa, tienen solución. Solo hay que identificar qué es lo que los provoca y mantiene para, así, abordar el problema y poder disfrutar de un bien merecido descanso.
Lo primero que se debe hacer en la búsqueda de una solución para los problemas de insomnio es el encontrar la causa que los provocan.
Pueden ser muy variadas, siendo las principales 10 las siguientes.
Estrés
El estrés es, claramente, el principal problema por el que no se puede conciliar bien el sueño. Cualquier situación en la que se altere la estabilidad psicológica de la persona contribuye a que se genere toda una serie de pensamientos relacionados con la preocupación por el devenir. Al acostarse, no se para de pensar en asuntos que han quedado pendientes, o en alguna situación en la que no se sabe cómo va a acabar.
Así pues, el cerebro se activa pensando en escenarios catastróficos o intentando encontrarle solución al problema en cuestión, y por lo tanto, más difícil es conciliar el sueño.
Consumo de alcohol
Es habitual que se piense que el alcohol ayuda a dormir. Esto no es exactamente así.
Lo cierto es que el alcohol sí que causa somnolencia y una menor capacidad para reaccionar, sin embargo, con el paso de un cierto tiempo, la persona puede sentir que le es más difícil conseguir dormirse. Es por ello que, aunque solo sea una copa o un botellín de cerveza, lo recomendable es evitar el consumo de bebidas alcohólicas durante las dos horas previas a acostarse.
Demasiada iluminación
Aunque la sensibilidad a la luz es muy variable de persona a persona, habiendo quienes son capaces de dormirse a pleno sol mientras están acostados en una hamaca en la playa, la iluminación del lugar donde se va a dormir puede dificultar el sueño significativamente.
El ser humano es un animal diurno. Esto quiere decir que necesita descansar durante la noche, y biológicamente hablando, está programado para que, ante la ausencia de luz, inicie el sueño.
Si durante la noche, estando en la habitación hay algún tipo de estimulación lumínica, el cerebro puede interpretar que aún es de día o que necesita estar despierto, lo cual significa que le costará más dormirse.
Demasiado ruido
Al igual que con el caso anterior, hay personas que son más sensibles al ruido que otras, sin embargo, suele haber un consenso no escrito en el que los estímulos auditivos son difíciles de ignorar cuando uno intenta dormir. Lo ideal es el silencio absoluto. Si no se puede conseguir, ya sea porque se vive en una calle demasiado ruidosa o por algún otro motivo, uno se puede resignar comprando unos buenos tapones.
Cafeína
La cafeína es una sustancia estimulante, y por todos es conocido su uso principal, que es el de mantenernos despiertos. No sólo el café contiene esta metilxantina, también la tienen el chocolate y el té (sí, la cafeína y la teína son lo mismo).
Temperatura inadecuada
La temperatura de la habitación influye en lo cómodo que se está y, también, en la rapidez con la que se consigue dormir. Es frecuente que en invierno nos pasemos con el calor, mientras que en verano nos pasamos con el fresco.
Temperaturas más bajas de 15 ºC y superiores a los 23 ºC dificultan el sueño.
Sobreexcitación
Muchas personas, tras una larga jornada de trabajo, les gusta quitarse el estrés del día a día haciendo un poco de ejercicio. Sin embargo, a veces, hacer demasiada actividad física puede ser más perjudicial que beneficiosa.
Son muchas las personas quienes sufren de insomnio a causa de haberse sobreexcitado practicando un deporte entre la tarde y noche.
El corazón les va a mil, además de que el cerebro recibe un elevado flujo de sangre, encontrándose la persona muy espabilada. A veces pasa que las personas tienen sexo por la noche y, después, se preguntan ‘por qué me cuesta dormir tanto por la noche’, confiados en que el realizar el coito iban a dormirse de inmediato a causa del agotamiento.
Relacionado con lo anteriormente mencionado, esto también es una actividad en la que se activa el corazón, haciendo que el cuerpo se mantenga en estado de alerta y no sea capaz de dormirse.
Cena demasiado pesada
Cenar copiosamente y de forma muy pesada hace que la digestión sea difícil. Esto puede provocar dolor de estómago, reflujo e incomodidades gastrointestinales.
Si se sufre de ardor, el estar recostado empeora la situación, con lo cual la persona se verá obligada a levantarse para intentar calmar este molesto problema y cruzar los dedos para que el reflujo no suba en forma de vómito.
Problemas de tiroides
Si la tiroides produce demasiadas hormonas pueden darse diversos síntomas, como cambios en el peso, nerviosismo, hipersensibilidad al calor y, entre otros, problemas de insomnio. Los problemas de sueño suelen ser síntoma de hipertiroidismo y se puede detectar este problema mediante una analítica para ver los niveles de la hormona tirotropina (TSH).
Síndrome de Piernas Inquietas
Muchas personas padecen este síndrome, cuyos síntomas van desde el cosquilleo en las piernas hasta picor y tirantez. Estas molestias aparecen en reposo y mejoran con el movimiento. Es por ello que, cuando aparecen los síntomas, la persona es incapaz de dejar de mover las extremidades con la intención de calmar las molestias.
Es una de las principales causas de insomnio en personas mayores de 45 años.
Si se padece de insomnio desde hace mucho tiempo y la causa del problema no parece ser ninguna de las anteriormente comentadas, lo mejor es buscar ayuda profesional.
Puede ser que el problema sea de origen biológico y que haya una desregulación de hormonas o algún problema a nivel cerebral.
También, puede deberse a problemas en los hábitos del sueño que no se están logrando controlar.
Es por ello que acudir a un médico, psicólogo, psiquiatra y, si es necesario, un nutricionista pueden ser los primeros pasos para lograr superar este problema cuyo grado de intromisión en la vida diaria es tan alto.
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