La violencia intrafamiliar es un fenómeno que lamentablemente se vive día a día en millones de hogares alrededor del mundo. Son cientos de millones de personas las que conviven o convivieron en un hogar carente de amor y cariño, y plagado de maltratos, humillaciones y violencia.
Los efectos psicológicos de la violencia intrafamiliar son devastadores: la madre y los hijos generalmente son las principales víctimas, y es común, que dichos sujetos vivan llenos de miedo, ansiedad o fatiga. En estas víctimas se pueden presentar desordenes tales como estrés postraumático, trastornos del sueño y de la alimentación.
La violencia doméstica, siempre tiene una víctima y un victimario; en la gran mayoría de casos, la pareja masculina es aquella que explota a su pareja y/o a sus hijos. Sin embargo, no es posible generalizar, pues existen casos en donde la maltratadora es la pareja femenina.
Las víctimas maltratadas física y psicológicamente pueden tornarse dependientes y sugestionables, encontrando dificultades para tomar decisiones por sí mismas.
La relación con el abusador agrava las consecuencias psicológicas que estas víctimas presentan: muchas de las personas maltratadas, permanecen al lado de su pareja, solo por el hecho de depender económicamente, laboralmente o socialmente. Dichos lazos de dependencia, solo acentúan los sentimientos de vulnerabilidad, pérdida, engaño y desesperanza. A causa de estos sentimientos, la víctima trata de aislarse y de esconder evidencias que manifiesten los maltratos por parte de su abusador.
El abuso de la mujer por parte de una pareja íntima masculina tiene consecuencias, tanto sobre la salud física, como sobre la salud mental. Estas mujeres cuentan con baja autoestima, sentimientos de culpa, ansiedad y depresión. Las lesiones relacionadas con el abuso incluyen ojos amoratados, huesos rotos, cortes y complicaciones permanentes en las articulaciones. La pérdida parcial de la visión o de la audición, y la incidencia de abortos espontáneos son comunes en cuanto a los efectos que se producen del maltrato.
Los niveles de suicidio y de discapacidad en la mujer, tienen un alto nivel de correlación con la violencia doméstica; para las mujeres, la violación sexual se convierte en la forma de violencia más difícil de soportar.
Más allá de la lesión física y el trauma emocional, los sobrevivientes de violación enfrentan el riesgo de las enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA), y la posibilidad de un embarazo no deseado.
Teniendo en cuenta que los padres no son solo las únicas víctimas en hogares violentos es hora de exponer las consecuencias que los hijos presentan a causa de este fenómeno.
Para los hijos maltratados, los efectos de la violencia son dolorosos e imborrables. Generalmente, los niños y adolescentes maltratados, presentan problemas de conducta, inhibición social, consumo de drogas, rendimiento escolar deficiente y temores o fobias especificas. Si hay un abuso permanente y agravado y, las violaciones hacen parte de dicho abuso, se puede crear en el niño, el patrón de un violador o abusador en potencia. En las historias de los violadores y pedófilos, siempre se encuentran episodios de maltrato y violación.
Ante el abuso sexual y al maltrato del niño se producen una serie de sentimientos, pensamientos e ideas angustiantes. Temores y estados depresivos porqué no saben, muchas veces, lo que les está ocurriendo. Hay una desmotivación por las actividades de su edad, incluyendo el colegio. El rendimiento escolar baja y se producen las deserciones escolares.
No hay ningún niño preparado psicológicamente para hacerle frente al abuso sexual y al maltrato físico o psicológico, menos si este es constante. Una característica del abuso es que en la mayoría de niños se repiten los episodios por el mismo abusador. Aún en los niños de dos o tres años que no pueden saber que la actividad sexual es ‘incorrecta’, se desarrollarán problemas como resultado de su inhabilidad para hacerle frente a la sobre-estimulación.
En conclusión, el maltrato físico y psicológico produce unas consecuencias mentales en todos aquellos sujetos que sufren de dichas explotaciones; es necesario, que las victimas que deseen salir de este estado, cuenten con apoyo e intervención psicoterapéutica.
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