Los sentimientos de ansiedad forman parte normal de la vida cotidiana. Pueden surgir al tomar decisiones importantes, enfrentar dificultades en el trabajo o anticipar eventos como pruebas y exámenes de diversos tipos.
Para muchos, la ansiedad es una constante que forma parte de sus vidas; presente en el círculo de amigos, entre miembros de la familia y en la comunidades en general en la que se desenvuelven, constituyendo una especie de componente indisoluble de sus mentes colectivas.
Sin embargo, para las personas que padecen trastornos de ansiedad, los sentimientos no disminuyen, e incluso pueden empeorar con el tiempo, llegando a incluir un amplio espectro de sintomatología, que puede entenderse como un problema cuando se extiende más allá de la preocupación lógica, llegando a revestir matices desproporcionados, injustificados e incontrolables.
Las personas afectadas por la ansiedad presentan síntomas persistentes, que pueden alterar seriamente la calidad de vida, las relaciones interpersonales, además de la vida laboral o escolar.
Cuando la ansiedad es el síntoma principal de una persona, puede denominarse trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Existen casos en que la ansiedad es un síntoma de otra enfermedad mental, como trastornos de pánico, trastorno de estrés postraumático , fobias o trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
Los síntomas de ansiedad varían, dependiendo del trastorno específico. Las personas con trastorno de ansiedad generalizada se encuentran continuamente nerviosas, inquietas, irritables, cansadas, preocupadas, tensas e incapaces de concentrarse. También pueden experimentar insomnio.
Para las personas con trastorno de pánico, no le es solo difícil de sobrellevar las crisis de los ataques en sí misma, sino también lo es la anticipación y la preocupación por su próxima presentación, hecho que puede alterar sus vidas significativamente.
Estos ataques de pánico pueden ser repentinos y provocar un miedo intenso, ocasionando manifestaciones físicas como palpitaciones, temblores, sudoración, temblores y sensación de muerte inminente, acompañadas de sensación de asfixia y de pérdida el control.
Las personas con ansiedad relacionada con la fobia tienen una intensa aversión o miedo a objetos o situaciones específicos que está fuera de proporción en relación con el peligro real que significan. Sumado a ésto, la preocupación y las medidas que las personas toman para evitar los desencadenantes a sus fobias, pueden interferir notablemente con sus actividades cotidianas.
Un temperamento ansioso es un factor de riesgo para los trastornos de ansiedad, depresión y abuso de sustancias. Los niños que son extremadamente tímidos y nerviosos tienen más probabilidades de desarrollar estos cuadros en su vida futura.
Una estimación de la OMS indica que las personas en todo el mundo que viven con trastornos de ansiedad asciende a unos 264 millones.
Pero los científicos no solo han buscado las posibles causas que subyacen en la psiquis de las personas afectadas por la ansiedad, sino que han recurrido al empleo de métodos variados para identificar las principales estructuras cerebrales implicadas en la generación de la ansiedad. Esa así que, en un trabajo realizado con macacos Rhesus jóvenes, los investigadores identificaron a la amígdala como una parte central del circuito cerebral de temperamento ansioso. En los humanos, la amígdala es una región del cerebro que tiene un papel clave en las emociones, pero poco se sabe acerca de los aspectos neuroquímicos involucrados en su génesis y mantenimiento.
Neurotrofina-3 y ansiedad
Un grupo de investigadores de la Universidad de California (UC), Davis, la Universidad de Wisconsin-Madison y la Universidad Estatal de Nueva York en Brooklyn trabajaron en el nuevo estudio, cuyos hallazgos describen en un artículo del Biological Psychiatry.
En el nuevo estudio, el equipo utilizó métodos genéticos, imagenológicos y de estudios del comportamiento para investigar los componentes moleculares del circuito cerebral de temperamento ansioso.
La búsqueda los llevó a unas cuantas moléculas, de las cuales seleccionaron una en particular para investigar más a fondo: la neurotrofina-3 (NT-3), que corresponde a un factor de crecimiento que promueve la producción de nuevas células nerviosas y sus conexiones.
Usando un virus modificado, Andrew S. Fox y sus colegas aumentaron los niveles de neurotrofina-3 en la amígdala dorsal de los macacos Rhesus preadolescentes, que alteró la actividad en todas las regiones del cerebro implicadas en la ansiedad– observada a través de escáneres cerebrales- que condujo a una reducción en los comportamientos relacionados con la ansiedad, pues cambió su percepción de determinadas situaciones, a las que no percibieron como amenazantes.
Estos resultados aportan datos de gran relevancia sobre los orígenes de los trastornos de ansiedad y cómo podría ser posible formular tratamientos tempranos para las personas en riesgo de sufrir estos cuadros , puesto que si bien existen algunos tratamientos efectivos, no funcionan para todos los pacientes. Además, en algunos casos, no sirven para aliviar todos los síntomas.
En cuanto al impacto de los trastornos de ansiedad en el contexto global, el primer autor del estudio Fox, profesor asistente de psicología en UC, Davis, expresa: “Hay millones de personas en todo el mundo que sufren de ansiedad debilitante y trastornos depresivos“, “Estos trastornos también son algunas de las principales causas de discapacidad y días perdidos por discapacidad”.
Los investigadores también han encontrado otras cuantas moléculas que consideran dignas de estudio adicional en relación con la ansiedad y sus efectos asociados.
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